19 de noviembre de 2009

La razón no tiene razón

Meditaba hace un tiempo sobre una parte crucial en la historia de Moises y lo redactaba en un cuaderno que abrí hoy y paso a compartirles, cuantos de ustedes recuerdan aquel pasaje biblico que habla cuando Moisés recibe ordenes de Dios quien le dice: "Envía tú hombres que reconozcan la tierra de Canaán, la cual yo doy a los hijos de Israel; de cada tribu de sus padres enviaréis un varón, cada uno príncipe entre ellos". Números 13:2

Como se habran dado cuenta resalte la palabra reconozcan, una palabra tan simple y sencilla que Dios habia demandado que hicieran. buscando el significado de esta palabra me tope con esto: Identificar o distinguir a alguien o algo por unos rasgos o características.

En este mandato no se incluye para nada el pedido de evaluar si la conquista de la tierra era factible o no, simplemente la orden era reconocerla, yo me imagino que era como que papá te dice hijo te dare un carro pero primero quiero que vayas a la tienda de autos y lo vea, algo asi como para reconocerlo y digas wooo que lindo regalo me daras, si si me gusta lo que me daras; sin embargo si al ir a la tienda mi actitud fuera uyyy ese carro cuesta muy caro y aquel otro aún más, ademas alli ya hay un señor que esta haciendo tratos con el vendedor y parece que lo comprará.
Se imaginan esa reacción hoy por hoy, si yo fuera el papá diria hijo no te dare nada porque te mande allí para que me dijieras si te gustaria el regalo y te emocionaras con el, sin embargo te preocupo primero el precio, luego que otros te lo ganarían pero nunca pensaste ni por un momento que yo tengo el dinero y te lo compraría.

Bueno fue exactamente lo mismo lo que ocurrio con estos espías, ellos no entendieron la naturaleza de su misión, ellos creyeron erradamente que Dios les habia dado autoridad para decidir si la misión era factible o no. Y este error le costó a una generación entera la entrada al lugar reservado para ellos.

"Mas los varones que subieron con él, dijeron: No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que nosotros". Números 13:31

Hay una estrategia común que usa el enemigo contra los hijos de Dios y es que apela a la razón a los argumentos lógicos, y bien fundamentados, para que uno se desanime de hacer lo que Dios le pide. Es continuo observar este error a lo largo de las diversas historias de los personajes de la biblia, como Moisés que presento más de un argumento para convencer a Dios que habia cometido un error al llamarlo, o a Gedeón quien se consideró el más pequeño de una pobre familia, al mismo Saúl que tuvo en menos a David a quien consideró un joven sin experiencia para luchar contra Goliat. En todos estos casos la razón del hombre tuvo la razón para discutir contra Dios.

Finalmente cuanto nos cuesta aceptar que nuestra vida espiritual en nuestro caminar con Cristo estamos siendo llevados por él, y Dios no es un Dios de razonamientos humanos, los argumentos lógicos para el hombre son un estorbo para Dios, el se ríe de la lógica si para nosotros 2 + 2 es 4 para el puede ser mil o cero, él no hace las cosas como nosotros la haríamos. Aclaro que no hay nada de malo en razonar las cosas, pero a la hora de seguirle a él no deben ser nuestros argumetos ni nuestra razón los que nos guien, sino de una vez por todas dejemos que nuestra razón no tenga razón y sigamos la propuesta de aquel que sabe que es lo mejor.

4 de noviembre de 2009

El tiempo no todo lo cura

En una ocasión, siendo niño, iba en el coche con mis padres y mis hermanos de viaje a algún lugar que no recuerdo. Lo que sí retiene mi memoria es que en el radiocasete sonaba una cinta del cantautor Luis Alfredo, uno de los “gritos” de los 80 en música cristiana sobre banda magnética (nos hacemos mayores). Concretamente la canción que sonaba era “Cuento de hadas” (Creo, 1979) y describía cómo cambiaba la percepción de alguien sobre las cuestiones eternas a medida que pasaba su vida.

Recuerdo que mi padre me comentó que cuando uno es niño o joven suele estar más dispuesto a aceptar la realidad de un Dios omnipotente y a escuchar lo que la Biblia dice de este, pero cuanto más mayor se hace el ser humano, lo que antes podía inquietar tanto su mente y pensamiento, puede volverse un simple cuento de hadas. Así que ahora entiendo por qué la estadística revela que la franja de edad en la que se dan más conversiones al cristianismo es la que va desde la adolescencia hasta los 25 años aproximadamente. También comprendo ahora por qué Jesús decía “si no os hiciereis como uno de estos niños…”.

En cualquier caso, mi intención no era hablar sobre el tiempo propicio para la comprensión de la Verdad (que más que del tiempo, es de la voluntad de Dios), sino precisamente de aquellas personas que creímos auténticamente pero que el tiempo ha podido desgastar parte de nuestro ímpetu en llevar a cabo las consecuencias de la fe.

Un día creímos y vivimos; nos levantamos y hablamos; caminamos firmes y constantes con alegría y gozo, como si quisiéramos avanzar en el tiempo para llegar al final. Como si lo bueno estuviera al final de nuestro camino (que lo está). Como si Él nos esperara en la línea de meta. Levantábamos los ojos buscando un Dios que nos mirara, buscábamos en la intimidad el refugio perfecto para estar junto al Padre. Pero el tiempo pasa.

La oración dejó de ser nuestro oficio y se tornó un sacrificio. Nuestros suspiros se volvieron soplos de pesadez. La palabra de Dios pasó de ser nuestro desayuno a la dormidina que tomamos antes de acostarnos. La aventura se perdió y el sopor llegó, ahora la rutina es nuestra distracción.
Los domingos por la mañana ensayamos aquello que debiéramos ser entre semana y de lunes a sábado soñamos en repetir lo que un día fuimos. ¿Acabaremos diciendo como nuestros padres los tiempos pasados fueron mejores? ¿Vamos a cambiar la esperanza de la gloria futura por la nostalgia de una emoción pasada?

Así como el enamoramiento da paso al amor, también el creador se abrió paso a la Cruz, y también nosotros debemos dar paso al compromiso. Al compromiso de buscar las obras del principio, al compromiso de amar por encima de todas las cosas a nuestro único y sabio Dios, que es desde siempre y para siempre, amén.

Tanto si somos niños, como jóvenes, como grandes o mayores ¡vamos! Porque nada hay más importante en esta vida que conocer al que nos la dio.

Dani Pujol
Venga Tu Reino